Artículos Nostalgia en días de Merry Christmas

Nostalgia en días de Merry Christmas

El corazón no funciona en la bondad, en la solidaridad, quizás, por obligatoriedad, o por show, pero, el “dar” del “dador alegre” ya se va perdiendo como un valor intrínseco.

OPINIÓN

PERIODISMO FUERA DEL CAMINO: CAMBIO SOCIAL

Oscar Fernando Sierra Pandolfi

Los tiempos de navidad son instantes que nos invaden de sentimientos encontrados, entre la fortaleza de la alegría y la pesadez del dolor. Entre el pentagrama de los recuerdos aplastados y el retrato todavía vivo de los que se nos adelantaron a otra vida. Sus risas todavía murmullan en el sustento de la espera y la fe, en una celebración que adquiere un significado universal y particular al mismo tiempo. Las temporadas navideñas son invadidas por el compartir, el acompañamiento familiar y lo amistoso. Incluso, las tamaleadas y las acostumbradas torrijas. Los estrenos y la gavilla musical de José Feliciano en “Merry Christmas”.

Muchos se van de vacaciones a donde sus familiares, a otras ciudades, a otros países: los que se van de Choluteca a Tegucigalpa y a otras partes geográficas importantísimas del país, así como los que se encuentran legalmente en las tierras de la Yunai Stei. El entusiasmo reboza el corazón, hay comida, bebidas y gritos de alegría.

Por otro lado, la otra cara de la moneda, en las periferias, nadie revienta un “cuete”, nadie desamarra tan siquiera un tamal o una torreja, porque el hambre, la pobreza, los niños harapientos con sus dientes de piraña, con sus harapos, con las casas vestidas de madera rolliza, donde nadie sueña la tal navidad, que para la clase media-media, es distintivo de felicidad y goce, contrario, a los desamparados de los barrios abandonados, donde chilla la tripa, el chur-chur del estómago, la mayoría de las personas se acuestan temprano para no imaginar el olor de los manjares lejanos, que destellan en los barrios y colonias de los que poseen.

Por eso, el lado espiritual, se vuelve un medio empleado por el sistema capitalista para comerciar y explotar la humildad del redentor. Nostalgia, cuando uno recorre las caras tristes y ahumadas de las mujeres solitarias en sus arrabales, de los ancianos olvidados, y de los niños en orfandad. Contradictoriamente, nadie se acuerda de nadie, todo es una interacción social, según Merton, nos movemos en el casillero funcionalista, acorde a ello, nos relacionamos, en la superficie. El corazón no funciona en la bondad, en la solidaridad, quizás, por obligatoriedad, o por show, pero, el “dar” del “dador alegre” ya se va perdiendo como un valor intrínseco.

La navidad va a contener un significado exquisito para el que sigue la canción de José Luis Perales: “Caminante, caminante Deja tu alforja llenar Caminante, caminante Porque llegó Navidad”. Por eso, quizás la navidad, sea paz para muchos, tristeza para otros, por lo que murieron, por los que no están, porque en verdad duele, no ver el abrazo del ausente, la mirada de papá, el abrazo de mamá, del hijo que se fue de viaje, de la esposa que ya no está del esposo que se marchó. El pasado es pasado, dirían muchos, sin embargo, nadie puede borrar las navidades de la infancia, porque se puede llorar y celebrar a la vez, vivir como siempre se disfrutó, en réquiem de la nostalgia, un brandy no cae mal, un grito de alegría, un paso hacia adelante, sin olvidar que tenemos seres queridos que están con nosotros sin estarlo siquiera. Demos, paz, amor, comprensión al que lo necesita, perdonemos al enemigo, reconciliemos con el vecino, abramos el corazón, no solamente en época de navidad. Si no todos los días de la vida, somos simples mortales, hoy estamos, mañana no estaremos: Carpe Diem.

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