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Política microeconómica

El hondureño promedio de la clase baja gasta más de los que gana en su salario mínimo, porque sigue pensando que puede igualarse al que es dueño de los medios de producción. No ponemos los pies en el suelo.

Es una mala costumbre de los políticos de oficio, que cuando se asoman las temporadas de elecciones, salen a calibrar el apego y cercanía con el “supuesto pueblo”. Porque estamos con el vicio de ser masoquista, entre más “paquetazos” nos dan, encontramos de inmediato el sentido del placer, nos encanta que nos den martillazos en la microeconomía de sobrevivir a punta de “arroz y frijoles”, y de paso el emprendedurismo, se vuelve una mentira, cuando se confronta a la política económica de los inversores en la elasticidad de precios, y va a depender del sector económico que se quiera invertir.

Por otro lado, cierto estrato de la economía se basa en la propiedad privada, donde el Estado no tiene el alcance de meter tan siquiera un dedo. Por ello, los empresarios, son políticos y funcionarios al mismo tiempo, es ahí donde el pueblo ciego y tuerto, no visualiza que los mismos que crean y aprueban leyes en el congreso, son socios, inversionistas, y propietarios. No cabe en ninguna cabeza, que las leyes favorezcan al descalzo, al pobre, porque nos han emergido en el mundo del consumo, producto del capitalismo inhumano, lascivo y explotador. Se instala en el inconsciente colectivo, estudia científicamente sus necesidades, para generar mercancía y servicios para esclavizarnos y endeudarnos.

El hondureño promedio de la clase baja gasta más de los que gana en su salario mínimo, porque sigue pensando que puede igualarse al que es dueño de los medios de producción. No ponemos los pies en el suelo. Seguimos levitando, la política económica está inducida y estimulada por los agentes prestatarios internacionales, la carta de intenciones, dictada por la Yusa, es hacer lo que ellos dictan, obedecer. Por ello, los políticos, todos son cortados con la misma tijera, porque buscan el bien de cada uno, la satisfacción de sus propios intereses no cabe aquello que nos habla Adela Cortina y Victoria Camps, en la ética pública que debe poseer el diputado en hacer el bien a todos, y no a unos cuantos. Vivimos en tiempos, en que nadie piensa en el otro, como lo expresa Levinas, en la ética de la otredad, hay que pensar el otro.

Por eso, la economía como ciencia contiene sus formas y enfoques de plantear el fenómeno monetario, la escasez, la abundancia, se trae a colación a los clásicos: Keynes, Smith Y Malthus y de la escuela del conflicto a Karl Marx. Posterior, a la escuela de Mise y Hayek con Polanyi. El capitalismo sigue generando pobreza en los más abandonados y riqueza en los que manejan el poder. Por eso, referirse a los viejos discursos del desarrollo sostenible, o de las estrategias de la reducción de la pobreza, son falacias, o de los gobiernos que expresaban crear inyectores a la inversión agrícola en manos del campesinado, lo que han generado es exclusión, y expropiación, como es el caso de los Facussé en el Océano Pacífico.

La economía es abarcadora de todo, lo que indique bienes materiales, posesión de propiedades, cuentas bancarias, salarios elevados, eso solo vemos en la clase privilegiada, no podemos hablar de economía cuando nos referimos a los pobres, ya que son sujetos marginales, que no están en ningún plan político, que no son parte de las altas jerarquías económicas, que solo son y siguen siendo esclavos de la mano de obra barata y malparada.  Seguiremos en la próxima exponiendo sobre “la economía de la pobreza y la pobreza de la economía”.

Fuente de foto: https://bit.ly/46WfavJ

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