Desarrollo Salir del atraso implica tomar otro camino

Salir del atraso implica tomar otro camino

Para salir del atraso es necesario tomar un camino diferente, una ruta alterna que nos libere de la explotación y el saqueo al que hemos sido sometidos durante siglos, pues los países industrializados que dictan las políticas a través de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio harán lo que sea necesario para impedir que otros adopten las políticas e instituciones que ellos mismos utilizaron para alcanzar la cima.
Saturnino Calix

Saturnino Calix Euceda

Honduras tiene una población de 9,416,634 millones de habitantes, de los cuales 4,582,981 son hombres y 4,833,653 mujeres. La densidad poblacional es de 83.7 hab/km2 y la edad promedio de 23 años, con una tasa global de fecundidad de 2.9 hijos por mujer; la población de la tercera edad representa el 7% de la población total (UNFPA Y UNAH, 2016).

Acerca de las condiciones de vida de esta población, en la página oficial del Banco Mundial, se lee lo siguiente:

En años recientes, Honduras había registrado las segundas tasas de crecimiento económico más altas de Centroamérica, superadas solo por las de Panamá. El crecimiento del PIB del país alcanzó el 4,8 por ciento en 2017, el 3,7 por ciento en 2018 y el 2,7 por ciento en 2019, por encima del promedio en Centroamérica y muy por encima del promedio en América Latina y el Caribe (ALC).

Sin embargo, el país enfrenta altos niveles de pobreza y desigualdad. Un 48,3 por ciento de las personas viven en pobreza en el país (2018, con las líneas oficiales de pobreza actualizadas) y el porcentaje de personas viviendo en pobreza en zonas rurales (60,1 por ciento) es mayor que en zonas urbanas (38,4 por ciento). La desigualdad (GINI 52,1 en 2018, entre los más altos de la región y del mundo) también resultó en una de las clases medias más pequeñas en ALC (11 por ciento en 2015, en comparación con el promedio regional de 35 por ciento).

En estas revelaciones del Banco Mundial se reconoce que gran parte de la población sobrevive en condiciones precarias que le impiden satisfacer sus necesidades más elementales, tales como: alimentación, salud, vestuario, vivienda, servicios de salud, educación, etc., lo cual afecta directamente la calidad de vida de la población.

Esta situación no es el resultado de la carencia de riquezas naturales en el territorio nacional, pues el país está dotado de cuantiosos recursos que podrían ser utilizados por la población en la producción de los bienes y servicios requeridos por la sociedad para subsistir y desarrollarse.
La realidad del país es más bien consecuencia de la aplicación de políticas públicas que, intencionadamente, han sido elaboradas a la medida de los intereses de grupos que controlan la toma de decisiones, excluyendo a las grandes mayorías de los beneficios de la explotación de los recursos, historia que comenzó cuando a la llegada de los españoles a nuestras tierras los indígenas fueron despojados de sus tierras y sometidos a horrorosas formas de servidumbre y explotación económica por parte de los conquistadores.

La historia no cambió con la llamada independencia de Centroamérica, la cual no produjo ningún beneficio para el pueblo, pue no fue más que un traspaso del mando de los peninsulares a sus descendientes nacidos en América.

Lo anterior debe hacernos reflexionar acerca de que no importa la cantidad de recursos que se invierta en los llamados ¨proyectos de desarrollo¨, pues si estos se enmarcan dentro de las mismas políticas públicas que mantienen al país sumido en el atraso, los resultados seguirán siendo los mismos de siempre.

En su bien documentado y desmitificador libro «Retirar la Escalera», el coreano Ha-Joon Chang, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), desentraña la forma en que se hicieron ricos los países ricos, mostrando con ello, que bajo la actual división internacional del trabajo y en el marco de las actuales políticas públicas en el ámbito económico no existen posibilidades de desarrollo para nuestros países, por más inversión que se realice en los sectores productivos.

Un ejemplo vivo y bastante reciente lo constituye el Programa de Desarrollo Rural Sostenible para la Región Sur (EMPRENDESUR), una iniciativa mediante la cual se invirtieron aproximadamente 30 millones de dólares, en 15 cadenas agroalimentarias, principalmente de marañón, bovina láctea, camaricultura, café, turismo y tilapia de 65 municipios de los departamentos de Choluteca, Valle, La Paz, El Paraíso y Francisco Morazán, con la pretensión de catalizar un proceso innovador de desarrollo rural territorial, centrado en las comunidades y las organizaciones, pero cuyos componentes estuvieron enmarcados dentro de la política económica vigente.

No obstante, lo cuantioso de estas inversiones, la región no muestra avances significativos, pues, aunque Honduras se convirtiera en el mejor productor de marañón del mundo, no cambiaría su ubicación en el mercado mundial, donde los países industrializados se agencian los mejores beneficios. Tampoco cambiaría la situación de los pequeños productores y de quienes trabajan en las plantas Marañoneras, pues la estructura de precios en el mercado internacional está concebida para que los productores nacionales obtengan sus márgenes de ganancias sobre la base de la sobreexplotación de los trabajadores.

Las reflexiones sobre estos hechos indican claramente que para salir del atraso es necesario tomar un camino diferente, una ruta alterna que nos libere de la explotación y el saqueo al que hemos sido sometidos durante siglos, pues los países industrializados que dictan las políticas a través de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio harán lo que sea necesario para impedir que otros adopten las políticas e instituciones que ellos mismos utilizaron para alcanzar la cima.

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