Desarrollo Los niveles de conciencia

Los niveles de conciencia

El desafío histórico de los movimientos populares es avanzar en estos niveles de conciencia, rompiendo con el individualismo y la mentalidad de dependencia.

Por: Fredys Leonel Martínez Pastrana

Desde una perspectiva liberadora, dialéctica y orientada hacia la construcción del poder popular con miras al socialismo, podemos identificar varios niveles de conciencia que deben ser superados. Estos niveles no son estáticos ni lineales, sino que se transforman y se profundizan a medida que las condiciones objetivas y subjetivas cambian en la lucha popular.

1. Conciencia mítica o pasiva: Este es el nivel en el que predomina la resignación, el conformismo y la creencia de que el orden existente es natural e inmutable. Se asume que la pobreza, la desigualdad y la injusticia son «designios de Dios», «cosas del destino» o simplemente el resultado de la «mala suerte». En este nivel, las personas pueden estar descontentas, pero no identifican las causas estructurales de su situación ni creen que puedan cambiarla.

2. Conciencia reformista o dependiente: Aquí se reconoce que existen problemas en la sociedad y que hay injusticias, pero se cree que la solución es esperar que el Estado, los políticos o los empresarios los resuelvan. Se confía en pequeños cambios dentro del sistema, sin cuestionar el modelo económico y político en su totalidad. Se buscan reformas que mejoren las condiciones de vida, pero sin una ruptura con las estructuras de dominación.

3. Conciencia crítica o emancipadora: En este nivel, las personas comienzan a comprender que la pobreza y la opresión no son casuales, sino que responden a un sistema estructurado que favorece a una minoría en detrimento de las mayorías. Se empieza a cuestionar el modelo capitalista, la democracia representativa limitada y las relaciones de poder establecidas. Se desarrolla un sentido de autonomía y organización comunitaria, promoviendo la educación popular, la autogestión y la movilización.

4. Conciencia revolucionaria o transformadora: En este punto, la conciencia se traduce en acción política organizada para la toma del poder popular y la transformación radical de la sociedad. Se entiende que el socialismo no es un decreto, sino un proceso de construcción desde abajo, con protagonismo de las comunidades, los trabajadores y los sectores populares. La lucha no se limita a resistir, sino a generar nuevas formas de poder, de producción y de organización social que respondan a las necesidades del pueblo y no a los intereses de la oligarquía.

5. Conciencia socialista o de poder popular: Este nivel implica la consolidación de un poder que ya no es simplemente una reacción contra el sistema, sino la construcción de una nueva hegemonía. Se superan las formas tradicionales de dominación, se profundiza la democracia participativa y se construyen nuevas relaciones económicas basadas en la solidaridad, la autogestión y la propiedad colectiva de los medios de producción. La conciencia socialista no es solo ideológica, sino práctica: se vive en comunidad, se decide colectivamente y se ejerce el poder desde el pueblo.

En conclusión: El desafío histórico de los movimientos populares es avanzar en estos niveles de conciencia, rompiendo con el individualismo y la mentalidad de dependencia. La transformación no solo pasa por disputar espacios de poder institucional, sino por fortalecer la organización desde las bases, construir alternativas reales al capitalismo y ejercer el poder desde el pueblo. La conciencia revolucionaria es un proceso en construcción, y nuestro deber es acompañarlo con formación, acción y coherencia.  ¡Solo el pueblo organizado y consciente puede construir el socialismo y ejercer el verdadero poder popular!

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