Carlos Méndez
En teoría, los principales objetivos que se le definen a los medios de difusión masiva como la radio, televisión, periódicos impresos en papel, y ahora, las redes sociales electrónicas, básicamente, son o debería ser: informar, formar opinión, educar y entretener. Con estos atributos se nos aparecen ante nuestras pestañas, oídos y emociones. ¿Cumplen con estos objetivos los propietarios de los medios?
Sin negar las bondades que tienen o se les atribuye a algunos medios y que tratan de cumplir con esas cualidades, en la mayor parte del espectro de ondas electromagnéticas, incluso los que tienen formatos de entretenimiento. (en estos últimos, como las “telebobelas”, se rinde culto al «señor de los cielos» o el crimen organizado; sin dejar de lado, los podridos ruidos machistas del reggaetón), ante la mudez de las mujeres feministas hondureñas. Y para no redundar en exceso, la tarea de comprender ¿qué es? Informar y formar opinión en los medios hondureños y en la mayor parte de América y el mundo entero, es, por demás, una cuestión que requiere de un esfuerzo de atención, análisis o estudios descomunales que no aparecen, por ninguna esquina, en el caso de nuestras Hibueras, ora por el lado de la Academia, ora de algunas almas piadosas que se compadezcan de la hondureñidad que, aunque no lo exprese, es afectada por la manipulación abierta o sutil de los distintos canales de emisión de mensajes o contenidos y que producen gran rentabilidad económica para sus dueños poderosos. Le preguntamos también a usted. Sí. A Ud., ¿Cómo cree que se manipula conciencia ciudadana a través de los “frentes a frentes”, los “días políticos”, “¿la Entrevista de hoy” e incluso los “¿Hoy mismo” con las consultas callejeras de reporteros que, tras cada pregunta pícara, inducen las respuestas de la doñita del mercado o el vendedor de menudeos, para que le vuelen “maceta” a alguien (que podría ser, algún(s) funcionario(s) público(s) empresas partidarias, u otros de su particular intención?)?
Inferimos, no podría ser de otra manera, que muchos hombres y mujeres con cierta chispa de comprensión, no necesitan leer a los gurús que profundizan en el tema de los medios v.gr. Marshall McLuhan o Noam Chomsky, para atisbar los hilos finos por donde hace su recorrido la manipulación sobre el subconsciente colectivo de las masas y llevarlas al matadero político en campañas electorales, o enrumbar sus conductas consumistas de interés comercial, religiosos o de cualquier tema priorizado según agenda de los poderes fácticos en mancuerna con los propietarios de corporaciones radio televisivas, revistas y de Espectáculos. Que, además, de rentabilidades millonarias metálicas, son los Heraldos del poder tras los gobiernos; y que tienen verdaderas capacidades de hacer magia con sus tribunas y asaltar, quitar o poner sin necesidad de tantas “Flores” y chonguitos, a personajes en la Presidencia de la Res publica, sin hacer ningún chasquido con sus dedos.
A quien se las lleva «puercas” acerca de una mayor y sencilla comprensión del verdadero control de los medios de difusión, en nuestra sociedad, es a la masa analfabeta políticamente, la inmensa mayoría, que sufre y goza en esta maltrecha democracia con olores nauseabundos a narcotráfico y crimen organizado; la sempiterna que más ve y oye suciedades todos los días tarde y noche por sus pantallas y transistores, marca registrada hch, sin entender los secretos de cómo se le controla sutilmente con escandalosas ondas sonoras de “últimos momentos”. También no se escapa a este control mediático, cierta clase media y despistada que ha sido empobrecida material y mentalmente.
Ambas clases sociales no tienen defensas educativas para lograr medio entender desde su vida cotidiana, con lecturas críticas o formación humana y técnica, acerca del papel invisibilizado que juegan los grandes propietarios de medios en su afán-objetivo, de controlar la conciencia de una gran masa de consumidores de TV o radiodifusión; (cuenta aquí, entre otros, el recurso publicitario para la venta de artículos innecesarios y lo peor: hasta la promoción e inducción de la venta-imagen de cualquier político narcisista y marrullero en tiempos de campaña como la que ya estamos viviendo, con sutil elegancia).
¿Quién defiende a esta masa usuaria de medios, que además ni siente y repara en cómo se le controla mediáticamente de los abusos de los propietarios de medios en su acción sistemática manipuladora de informaciones y contenidos disfrazados de “verdades objetivas” a través de diversos formatos y géneros de expresión venenosa, pero con apariencia bonita como “inocente”?
Es necesario responderse estas preguntas y otras más, como estas: ¿Dónde está la Academia con sus estudios rigurosos que ayuden a comprender la sutileza con que se manipula el subconsciente colectivo a través de ondas electromagnéticas a la población hondureña?
¿Qué se hizo o, que hace la Escuela de Periodismo, las facultades y Postgrados de Psicología, Psiquiatría, Sociología, Antropología de nuestra amadísima Alma Mater? ¿Dónde está el ombudsman del pueblo, defensor de los consumidores de medios masivos?
¿Qué se hizo el CNA y las agrupaciones civiles para asombrarnos con alguna propuesta pedagógica de Educación popular que coadyuve a despertar la ciudadanía sobre el uso y abuso que se hace a través de los “máss media”?
O. ¿Prefiere Ud., que callemos esto para no alborotar el avispero, antes que nos despachen derechito a los juzgados o al Ministerio Público, por intento de “atentar y violar el sagrado derecho a la libertad de expresión”?
