Fuente de fotografía: Mint Press News
Por: Carlos Méndez
En Honduras, los medios que se utilizan para la difusión de contenidos o mensajes a través de distintos formatos como noticieros, y de recreación, inclusive, no reciben el beneficio de la autorregulación que se estila en otros países civilizados del planeta.
La autorregulación es una práctica moral y ética allí donde los propietarios de medios y contratistas de espacios televisivos, radiofónicos y en redes sociales, han perdido la honestidad mediática, y en el cual se abusa acudiendo a la manipulación escandalosa y vulgar de imágenes, textos y sonidos con propósitos e intereses de diverso tipo: religiosos, políticos, de productos masivos de consumo (jabones, productos farmacéuticos, etc.).
La autorregulación no debe entenderse el disminuir, ni mucho menos, amenazar ningún principio de la libertad de expresión consignada como derecho universal, sino la voluntad expresa desde adentro de los medios electrónicos o no, para auto regirse por normativas éticas y con ello, evitar abusos mediáticos. En Honduras, no existe ninguna autorregulación ni estudios que den cuenta de dicho fenómeno. Y eso dice demasiado. No existe una teoría de medios, ni siquiera un observatorio, ni un ombudsman de los medios que velen por la calidad de lo que cada segundo se hace consumir a la ciudadanía. Lo más seguro es que si hubiese un estudio serio de la sociología, psicología, antropología y demás, quedaríamos asustados de la capacidad quirúrgica de los propietarios de medios y poderes fácticos, sobre la conciencia de los ciudadanos de a pie o en carro, fundamentalmente en y sobre las poblaciones más analfabetas políticamente hablando.
La ausencia de una iniciativa de autorregulación en los medios es aprovechada por ciertos dueños de altoparlantes que recurren al amarillismo en la difusión de sueltos “informativos” cuyo artificio privilegiado es la de exaltar con morbosidad hechos o sucesos como accidentes, homicidios, en donde las escenas más sangrientas y grotescas son transmitidas en vivo y a todo color, sin medir el dolor y el sufrimiento de familiares y usuarios, en cuenta la población infantil. Esta práctica escandalosa, con sonidos inmorales con “última hora” de los propietarios de medios, en cuenta una cosa mal parida, llamada HCH, en su ranking, da buenos réditos o ganancias millonarias, porque la receptoría de su inescrupuloso negocio de la manipulación está en un público marcado por el escándalo y la tendencia morbosa de lo macabro en los hechos violentos, también inducida con el cálculo invisible de la manipulación del subconsciente colectivo de las masas.
La manipulación amarillista, que es utilizada magistralmente para ocultar lo bueno y generoso que abunda en el país, es llevada también con profesionalismo a otros espacios, como los telenoticieros “frentes a frentes” o spots de propaganda, claramente con propósitos de manipulación política, pero bien comprendida por cierta clase media “avispada” que se ocupa, a veces, con cierta ingenuidad, sobre el rol de los espacios de noticieros en donde presentadores o “conductores” de temas de interés nacional o no, se salen con la suya no como simples moderadores y animadores de la palabra colectiva (según normativa ética) sino que se atribuyen el derecho de entrar al debate en iguales condiciones que sus invitados y más, con ventaja y alevosía, pues se erigen en hacedores de verdades que son las de los propietarios del medio y poderes fácticos.
Por eso, en una coyuntura y contexto como la actual, a los susodichos “conductores” generosos, pero bien asalariados, es común escucharles celebrando cualquier disparate del BOC (Bloque de Oposición Ciudadana), el engendro cuasi fascista de Salvatore Nasralla y cachurequismo o, volviéndose supermanes de la palabra en el quehacer político nacional, y allí, en arte y parte de variados temas convirtiéndose a mansalva en manipuladores visionarios del rumbo económico fiscal o cualquier tema por irrelevante que parezca, dictando pautas a los que creen ser sujetos manipulables de sus verdades.
El cuarto poder, no es el cuarto poder. Es el quinto poder de los dueños de Televicentro, Audiovideo etc.; por tanto, y por extensión, de banqueros y empresarios corruptos que vivieron y siguen viviendo a expensas de fideicomisos, franquicias tributarias, contratos amañados etc.
Noam Chomsky, acota que “los medios de “comunicación” son “el verdadero poder” en cualquier parte del mundo.
Chomsky, un gran ser humano que entiende la comunicación como algo esencial superior al arte de divulgar mensajes e imágenes, nos dice tras su agudeza, que los propietarios de los medios, son el verdadero poder y no los medios de difusión en sí mismos.
De lo anterior, creemos sugerir lo siguiente, pensando en estas Hibueras de exuberante paisaje y gente noble: Número uno: llamar a los héroes y heroínas de 365 días calendario, del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), para que impulse iniciativas de procesos de autorregulación en los medios. A la par, promover un ombudsman de defensoría de la ciudadanía ante el material basura que vomitan los medios de difusión cotidianamente y que afectan valores intrínsecos de la dignidad humana, sobre todo de mujeres, niños, pueblos originarios, y el ambiente físico natural, en el que convivimos usted, yo y todo nuestro gentillal patrio.
Por último, es necesario, hacer un llamado urgente a las organizaciones de la sociedad civil, que realizan educación formal y no formal, hagan un golpe de timón cualitativo, institucional, en su visión y misión, e incorporen en sus programas y proyectos, procesos comunicativos como tarea pedagógica permanente que eduquen a la gente de cómo se usa y manejan los medios mal llamados de “comunicación” (el entrecomillado es nuestro). Que forjen una ciudadanía crítica y que se apropia de saberes; del cómo los dueños de medios masivos de difusión, a través de la magia tecnológica, condicionan y controlan mentes y voluntades de las personas y sus imaginarios colectivos.
Necesitamos una ciudadanía crítica frente a los medios masivos de difusión. Y una ciudanía crítica se intercomunica bien con ella misma y con la humanidad entera, por lo que es urgente elevar a la categoría de consigna educativa, lo que alguna vez dijo Malcom X mártir de las libertades civiles afroamericanas: “los medios de “comunicación” (difusión) son la entidad más poderosa del planeta”; “si no estáis prevenidos ante los medios de “comunicación”, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”; o más claro: amar las cosas malas y odiar las cosas de bien.
¡Apostemos, pues, por una ciudadanía crítica; ¡y que le ayude a potenciar y discernir, con sabiduría, sobre los profundos significados de la comunicación para transformar la realidad en que vivimos!