Por: José Antonio Maradiaga R.
Cada 12 de mayo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Enfermera en honor a Florence Nightingale, la británica que revolucionó la profesión con su entrega y visión. Pero más allá del homenaje, esta fecha debe ser un momento de reflexión sobre las condiciones en las que estas heroínas trabajan, particularmente en Honduras.
Las enfermeras, con su inmaculado traje blanco, continúan su labor con vocación y sacrificio, a pesar de las adversidades que enfrentan. Sueldos insuficientes, ambientes laborales hostiles y turnos nocturnos mal remunerados son solo algunas de las injusticias que marcan su día a día.
En hospitales del país, las condiciones son alarmantes. En departamentos como Choluteca, una enfermera puede llegar a atender hasta veinte pacientes en una estrecha sala de Cirugía de Hombres, con un clima sofocante de 40 grados, sin aire acondicionado ni las comodidades básicas para desempeñar su labor con dignidad. El problema no radica solo en la falta de infraestructura, sino en la indiferencia de algunos jefes que desprecian el sacrificio del personal de enfermería. El abuso y el menosprecio socavan el espíritu de quienes trabajan incansablemente para salvar vidas.
Además, los sindicatos que deberían abogar por sus derechos a menudo funcionan más como entidades patronales que gremiales. Las leyes, lejos de protegerlas, perpetúan un sistema donde la vocación se ve castigada en lugar de recompensada. Los gobiernos, dizques democráticos y los de corte socialista, poco o nada les importa la suerte y el futuro de las abnegadas enfermeras hondureñas.
Es inaceptable que quienes dedican su existencia al cuidado de otros sean relegadas al olvido por un sistema que las necesita, pero no las respeta. La sociedad debe exigir mejores condiciones para ellas, porque sin enfermeras, el sistema de salud simplemente colapsaría.
Este 12 de mayo, más que una celebración, debe ser un llamado a la acción. Honrar la memoria de Florence Nightingale implica reconocer el esfuerzo diario de cada enfermera y luchar por un cambio que garantice el respeto y la justicia que merecen.
