Escritores libres Unidad, conciencia y poder popular en la disputa política hondureña

Unidad, conciencia y poder popular en la disputa política hondureña

Por: Fredys Leonel Martínez Pastrana

A días del proceso electoral, Honduras vive un momento decisivo. Se enfrentan dos proyectos históricos: el del viejo bipartidismo oligárquico, expresión política de la dependencia y del sometimiento al capital extranjero, y el de un pueblo que lucha por conservar un gobierno con identidad popular, orientado hacia la soberanía y la justicia social. Este artículo, inspirado en el pensamiento marxista y en el pensamiento revolucionario latinoamericano, busca hablar directamente al pueblo. Analiza cómo las élites dominantes utilizan la guerra cognitiva/mediática y la manipulación para confundir y dividir, y cómo la unidad, la conciencia y la organización popular son las únicas armas capaces de garantizar que el poder permanezca en manos del pueblo.

El momento que vivimos: Honduras no está viviendo una simple elección: está viviendo una batalla por el futuro. Lo que se disputa no es solo quién gobierna, sino para quién se gobierna. Durante más de cien años, el viejo bipartidismo se turnó el poder, sirviendo a las élites económicas y políticas, mientras el pueblo, campesinos, obreros, mujeres, jóvenes, era relegado a la pobreza y la marginación.

El actual proceso popular abrió un camino distinto: el de un gobierno que se acerca al pueblo y pone sus intereses en el centro. Pero las élites no se quedan de brazos cruzados. Han desplegado una guerra cognitiva, mediática y psicológica sin precedentes, tratando de hacer creer al pueblo que nada cambió, que “todos son iguales”, que “no vale la pena luchar”. Como advirtió Atilio Boron, las clases dominantes “no ceden el poder voluntariamente; lo defienden con todos los medios, incluso los más antidemocráticos”. Y hoy, el escenario hondureño confirma esas palabras.

La guerra mediática: cuando las mentiras se disfrazan de verdad. El poder mediático de la oligarquía se ha convertido en un ejército invisible. Cada día bombardean al pueblo con mensajes diseñados para desanimar, dividir y confundir. Nos dicen que el país está peor, que todo es culpa del gobierno de Libre con Xiomara, que la corrupción es inevitable. Esa es la guerra cognitiva, una batalla por dominar la mente del pueblo antes que sus territorios.

Antonio Gramsci enseñó que la dominación no se sostiene solo con violencia, sino con hegemonía cultural, es decir, con el control del pensamiento. Y en Honduras, los medios empresariales buscan imponer su versión de la realidad para que el pueblo se resigne y se aparte de la lucha. Pero el pueblo tiene memoria. Sabe que las mismas familias que hoy claman por “orden y democracia” fueron las que por décadas se enriquecieron mientras el hambre crecía. Como dijo Fidel Castro, “las ideas son las armas fundamentales de la revolución”. Y hoy, las ideas del pueblo, su conciencia, su organización y su esperanza, son el verdadero campo de batalla que ellos, los dueños del bipartidismo, nos quieren controlar.

La fragmentación del pueblo: el mayor peligro. El enemigo solo triunfa cuando el pueblo se divide. Las élites lo saben: por eso alimentan la desconfianza, la apatía y la competencia entre nosotros. Pero José Carlos Mariátegui, uno de los grandes pensadores de nuestra América, nos recordó que la revolución no se copia ni se improvisa: se crea con espíritu propio, con unidad y conciencia. Hoy, la dispersión del mensaje popular creado por los medios de los opresores dueños del bipartidismo ha hecho que, cada quien esté hablando desde su rincón, sin una voz colectiva, y esto  debilita su fuerza. No basta con tener razón: hay que saber comunicarla con claridad, con amor y con verdad. La unidad del discurso no es una cuestión de partidos, es una necesidad del pueblo para reconocerse como fuerza histórica. Teniendo de referencia que; El pueblo es el verdadero protagonista de los cambios revolucionarios; sin pueblo no hay revolución posible. Fidel Castro, discurso del 1° de mayo de 1962. Y según Orlando Fals Borda pueblo es igual a sujeto de conocimiento y transformación social desde la experiencia popular. Saber popular, participación activa, poder desde abajo. La desunión del pueblo, favorece al bipartidismo:

Permite que los medios impongan sus mentiras sin resistencia.

Hace que la gente dude, se desmovilice o vote con miedo.

Debilita la organización social y el sentido de pertenencia popular. Por eso, la unidad del pueblo no es un deseo, es una tarea urgente.

Las raíces de la desunión.
Camaradas hay que reconocer pero no culparnos, la desunión tiene causas profundas. Décadas de clientelismo político, abandono del campo y manipulación mediática han dejado heridas culturales. Muchos hondureños crecieron creyendo que “la política no sirve”, que “nada cambia”. Esa es la pedagogía del miedo que las élites sembraron.
Además, la falta de formación política ha dejado a muchos sin herramientas para analizar la realidad. Paulo Freire, el gran educador brasileño, decía: “La educación es un acto político: o libera o doméstica.” Y durante años, la educación hondureña, formal e informal, ha sido usada para
domesticar, no para liberar. Hoy toca desaprender el miedo y aprender la dignidad, reconociendo que cada campesino, cada mujer, cada joven, cada trabajador tiene en sus manos el poder de transformar la historia, este 30 de noviembre 2025 y sentir el orgullo de no votar por el bipartidismo y si por el proyecto del pueblo expresado en Libre.


Qué hacer: una pedagogía popular para estos días Faltan pocos días para una nueva decisión nacional, pero todavía hay tiempo para fortalecer la conciencia del pueblo. No se trata de apoyar a una sigla, sino de defender el derecho del pueblo a gobernarse a sí mismo. Propongo tres caminos sencillos pero poderosos:

  1. Unidad popular en la palabra y en la acción. Hablemos todos el mismo lenguaje de dignidad. Repitamos una misma verdad: Honduras es del pueblo, no de las élites. Organicémonos en barrios, comunidades, sindicatos y movimientos para hablar con claridad sobre lo que está en juego.
  2. Educación política desde el pueblo. Cada reunión, cada casa, cada escuela puede ser un espacio para reflexionar. Hablemos de lo que es la guerra mediática, del valor del voto, del poder que tiene la conciencia. Recordemos las palabras del Che Guevara: “La revolución es un
    hecho de conciencia o no es.”
  3. Movilización con esperanza. No dejemos que el miedo nos paralice. La historia se transforma caminando juntos. Cada acción de solidaridad, cada palabra de aliento, cada gesto de unidad es un acto revolucionario. El poder del pueblo como horizonte.
    El pueblo hondureño tiene una larga historia de lucha y resistencia. Desde las comunidades campesinas hasta las organizaciones obreras, desde las mujeres en los mercados hasta los jóvenes en las calles, todos forman parte de un mismo hilo histórico que busca justicia y dignidad.

El poder del pueblo como horizonte.
El pueblo hondureño tiene una larga historia de lucha y resistencia. Desde las comunidades campesinas hasta las organizaciones obreras, desde las mujeres en los mercados hasta los jóvenes en las calles, todos forman parte de un mismo hilo histórico que busca justicia y dignidad.

El bipartidismo representa el pasado: la corrupción, la entrega del país, la obediencia al extranjero. El Libre es la expresión pueblo en liberación representa el futuro: la soberanía, la educación, la vida digna. Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, decía: “O inventamos o erramos.” Honduras tiene que inventar su propio camino. Y ese camino solo puede surgir del corazón del pueblo, de su unidad, de su conciencia y de su voluntad de ser libre. Karl Marx nos enseñó que los pueblos no se liberan con plegarias, sino con acción consciente. Mariátegui nos recordó que la revolución en América Latina será creación heroica o no será. Fidel y el Che nos mostraron que la esperanza organizada es invencible. Y Atilio Borón nos insiste que sin conciencia política, la dominación se recicla bajo nuevos disfraces. Por eso, hoy, el llamado es simple y profundo: Unidad del pueblo. Conciencia del pueblo. Poder del pueblo. La emancipación no se mendiga: se construye con dignidad, organización y lucha. Si el pueblo se mantiene unido y consciente, nada ni nadie podrá arrebatarle su derecho a decidir su destino.

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