Corrupción y poder El síndrome del poder: cuando los políticos fracasan en Honduras.

El síndrome del poder: cuando los políticos fracasan en Honduras.

Por: José Antonio Maradiaga Rodríguez

El fracaso político en Honduras se ha convertido en una constante, donde alcaldes, diputados y presidentes parecen sucumbir a una serie de errores que los alejan del pueblo. Muchos analistas coinciden en que una de las principales razones es el síndrome de Hubris, un fenómeno que transforma a los líderes en figuras arrogantes, soberbios y altaneros, incapaces de aceptar críticas y alejadas de la realidad ciudadana.

Pero la soberbia no es el único factor que lleva al fracaso. La corrupción sigue siendo el sello de muchos políticos, quienes saltan de partido en partido en busca de poder, mienten descaradamente y olvidan a sus seguidores. Durante su mandato, desaparecen, evaden responsabilidades y, en algunos casos, establecen alianzas con el crimen organizado. Sin embargo, el día de las elecciones, la realidad los alcanza y sus ilusiones de permanecer en el poder se desmoronan.

En Choluteca, la política no es ajena a estos problemas. Varios alcaldes y diputados han sido descartados de la contienda electoral que se celebrará en noviembre, como resultado de su incapacidad para cumplir con sus funciones. Un mediocre diputado del partido Libre, que protagonizó actos de violencia en Tegucigalpa y fue detenido por la policía, es un claro ejemplo de cómo el abuso de poder tiene consecuencias. Otros quedan fuera porque nunca entendieron la responsabilidad que conlleva el servicio público.

El pueblo hondureño no olvida y usa el voto como castigo. Aquellos que se creyeron grandes, engreídos y poderosos hoy enfrentan la realidad de no estar entre los primeros lugares de la nominación en Choluteca. La competencia se intensifica con la llegada de nuevos lideres candidatos, algunos con la esperanza de limpiar la imagen del sector político, mientras otros buscan proteger sus propios intereses.

Ante este panorama, la política hondureña necesita un cambio urgente. Los líderes en el poder deben asumir su responsabilidad con humildad, evitar promesas vacías y no esconderse del pueblo. Cambiar de número telefónico para eludir a los ciudadanos es una muestra clara del desprecio por el mandato público. La política no debe ser una herramienta para el enriquecimiento personal, sino un medio para servir y generar cambios positivos.

Como bien dice la sabia frase:»El que no vive para servir, no sirve para vivir.» Honduras necesita políticos comprometidos con el bienestar de la población y no con sus propios intereses. Solo así se podrá recuperar la confianza en la democracia y construir un futuro más justo.

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