Por: Yeisy Josefina Zambrano*.
Instituto Psíquico Ethos. Sao Pablo –Brasil.
institutopsiquicoethos@gmail.com
Cultura Emocional: Crónicas de Vida.
Inspirando Esperanza desde el corazón de la Amazonia por el despertar de consciencia del Ser Humanidad.
(“La América toda, unida en nación”).
¿Quién soy? ¿Qué sentido tiene existir? Según el filósofo George Santayana (1863-1952), nos permite saber que: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.” O en palabras populares: quien no conoce su historia está condenado a repetirla y desaparecer en el intento. Reconocer el propósito de nuestra existencia, está unido a reconocer que estamos vivos. Es necesario saber de dónde venimos.
El origen de una semilla nos permite saber la calidad de sus frutos o de sus hojas. Esta es la historia, un viajero frustrado, que se olvidó de dónde había comenzado el viaje: Simón estaba sentado frente a la gran catedral, observando la puerta y los detalles de ebanistería, y los antiguos escudos encrestados en las piedras. Miraba la altura de las ventanas y de las puertas que frente a él posaban con elegancia. Sin recordar la razón de ese instante, solo observaba. Meditaba que los antiguos arquitectos y constructores debieron creer firmemente en la posibilidad de una gran entrada para glorificar la grandeza de quien por ella cruzara. Rodaron lágrimas de dolor, porque, mientras meditaba en tan hermosa obra; recordó que no tenía idea de porque viajaba, ni de porque de su existencia. Había pasado tanto tiempo, que sentía pena por los que olvidó saludar en tantos años de peregrino, por un camino que con sus fuerzas no le permitían continuar. Sentado en el ocaso, se propuso recordar, y comenzó a buscar en su corazón los latidos primigenios del día de su nacimiento. Trataba de recordar a aquella mujer que le dio la oportunidad de nacer y a aquel hombre que, sin su semilla, su existencia sería irreal. Buscando en sus recuerdos los amores vividos, y cada beso plasmado, conectaba paso a paso con lo que alguna vez llamó amor. Recordó el nombre de su maestro de primer grado, César, al que le decían el grande. No por su tamaño, sino por la forma de tocar los corazones y hacerles soñar. Ese día recordó la primera pregunta importante que le hicieron referente a su destino; ¿Qué sería más importante para ti, un carro o una casa? ¿Por qué? Y Simón, recordó su respuesta olvidada: un carro, porque en el viajaría y cruzaría el otro lado del mundo, y podría dormir en el carro mientras veo las estrellas y conozco otras personas… Ese día en esa puerta de magnitud artística, Simón decidió agradecer por los viajes y por todos los amores y agradeció a los compañeros que le acompañaban. Y al final, con alegría, aceptó; ya era la hora de pasar el umbral. Ese día, a sus 98 años vividos, aceptó que la vida, a pesar de su ignorancia, valía el haberla sentido. Le saludaron con un gran abrazo: Et Lux Simón – él respondió con alegría Consummetur Lux… “Lo esencial es invisible a los ojos” según Antoine de Saint-Exupéry.